Tuesday, February 28, 2006







UN PATRIMONIO ESPIRITUAL

Hace ya bastante tiempo se habla en Valparaíso del patrimonio. Gracias a los esfuerzos de ciudadanos visionarios y, porque realmente nuestra ciudad, enclavada mitad en los cerros que rodean la bahía y la otra mitad en lo que llamamos plan, es bellísima y pintoresca, se logró finalmente que fuera declarada "patrimonio cultural de la humanidad". Sus construcciones son centenarias, las callejuelas diseñadas para carruajes y carros sobre rieles del 1900; pero lo que más llama nuestra atención es esa arquitectura libre e improvisada en las quebradas y cerros, de una variedad de colores, increíble. Todo esto configura un modo pensar, sentir y ser muy especial: el porteño es de mente libre, creativo y soñador; quizás porque desde niños miramos y contemplamos esta ciudad a través de una ventana colgada del cielo, o porque nos desarrollamos bajando y subiendo, del cielo al mar y viceversa.

Valparaíso es nuestro patrimonio, su geografía, sus casas y edificios, sus gentes y también su vida animal. "Patrimonio" es, según el diccionario, el conjunto de bienes heredados de los padres o abuelos; es, también, el conjunto de bienes propios de una persona. Según esta declaración, entonces, Valparaíso, sus calles y sus cerros, pertenecen a nosotros, habitantes nativos del lugar. Por tanto hemos de amarlo y cuidarlo como nuestro hogar; cuidar su limpieza, su belleza, sus lugares históricos, sus templos, museos, hospitales, escuelas, plazas, etc.

Los que fundaron la ciudad, aunque hay quienes plantean que esto jamás ocurrió, trajeron una cultura cristiana, que con los años, por su naturaleza portuaria, acogió diversidad de credos. Hoy día, además del culto católico, la ciudadanía profesa la más variada paleta de creencias, tan multiforme como lo es su paisaje: luteranos, presbiterianos, metodistas, bautistas, pentecostales, por sólo nombrar iglesias cristianas. Esa diversidad habla de nuestro carácter marinero y curioso, siempre abierto a nuevas experiencias en el inmenso océano de la vida. Tal modo de ver, ecuménico y amplio, respetuoso de las diferencias y aventurero, hasta en las verdades espirituales, es otra gran riqueza de nuestro "patrimonio".

Pastor Iván Tapia