Thursday, July 23, 2009


UNA CIUDAD SOÑADA.

¡Si en cada cerro de nuestro amado Valparaíso, hubiera al menos un hombre o mujer dispuesto a amar a Dios...! sería muy distinta la vida en esta ciudad. No digo que no vivan buenas personas, cristianos católicos o evangélicos que procuran vivir las enseñanzas del Maestro, pero lamentablemente se nota tan poco. Hay delincuencia, prostitución, violaciones, alcoholismo, tráfico de drogas y tantos signos de una vida alejada de Dios; además de la cesantía, la corrupción y la pobreza.

¿En qué recodo de nuestra vida hemos perdido el sentido de la justicia? Nos consideramos una ciudad cristiana -en cada barrio hay una iglesia, hasta el escudo de la ciudad ostenta una imagen religiosa- sin embargo ello no se transparenta en lo cotidiano. ¿No tenemos acaso que transitar a la defensiva por las calles, desconfiando aún de los vecinos? Quiero una ciudad diferente, que la convivencia diaria sea tan bella y colorida en virtudes, como lo es la imagen patrimonial de casas multicolores, que ostenta la ciudad.

Busco cristianos y cristianas dispuestos a cambiar no sólo la imagen de este "Valle del Paraíso", sino también su alma; personas con hambre de Dios y de Su Palabra; auténticos discípulos de Jesucristo. Si usted es uno de ellos, por favor comuníquese con nosotros.


Thursday, April 16, 2009


"DIOS BENDIGA MI CIUDAD"

Esta frase expresa nuestro más profundo deseo; que Valparaíso y toda ciudad de Latinoamérica y el mundo, lleguen a ser lugares donde el amor sea el que gobierne las relaciones interpersonales y con las otras criaturas con que compartimos el planeta; donde la paz, nacida de conciencias libres y en comunión con el Creador, sea el aire que se respira; en las que la esperanza no sea una ilusión sino una firme realidad, y todo ello alimentado por una fe auténtica y sencilla en Aquel que es la Luz del mundo.

Queremos expresar en un acróstico, todos nuestros anhelos espirituales para con nuestra ciudad, sus gentes, trabajadores y autoridades. Acróstico es una palabra que deriva del griego ἀκροστίχιον, y significa fin de un verso. En Literatura se habla de acróstico cuando se trata de una composición poética constituida por versos cuyas letras iniciales, medias o finales forman un vocablo o una frase.

Proclamamos para Valparaíso: ¡Señor bendice mi ciudad!

Roguemos por Valparaíso, pidamos al Señor, a través de este acróstico, que nos traiga:

V ictoria en Jesucristo
A mor abundante del Dios vivo
L iberación de toda opresión satánica
P erseverancia en la búsqueda de la fe verdadera
A rrepentimiento de todo pecado
R enovación espiritual
A ltruismo y acciones solidarias
I nteligencia de Cristo
S abiduría del Señor
O ración permanente

¡Qué así sea!

Wednesday, September 10, 2008


VOLANTINES

En septiembre elevamos volantines y cometas en los cielos arrebolados de nuestra ciudad. Se hacen competencias de quien logra alcanzar las nubes más allá de los bosques de eucaliptus o pinos, más arriba de esas casas encaramadas a los cerros, más lejos que el otro volantinero que amenaza con cortar con su "hilo curado" el tirante del mío.

En verdad es más que un cuadrado de papel colorido y liviano, con una estructura de varillas muy tensas y más que un agitado dibujo en la bóveda celeste de mi puerto. Es mi corazón que se alza sobre miserias y trabajos, al galope sobre el arco-iris y en pos de las gaviotas que en lo alto se burlan de nuestros afanes. Jamás olvidaré ese canto de libertad que sostuvo en sus manos un reo del antiguo cerro Cárcel, en el patio de la misma. Lo ví desde mi ventana y fui cómplice de su júbilo.

Sí, como él somos presos de tantas culpas y errores. ¡Qué daríamos por elevarnos sobre nuestra estatura y ascender a aquellas altas cumbres del amor, por sobre la pequeñez de una mirada llana y sin perspectiva! Necesitamos la visión aérea de la cometa, liberarnos del peso que nos agobia y levantarnos por encima del dolor, para acometer con otra mirada la vida. Sólo Aquél que fue levantado por sobre la Humanidad sufriente y pecadora, puede otorgarnos Su propia mirada, dulce y misericordiosa, para con nosotros mismos y el prójimo.

Friday, May 09, 2008


LOS CERROS DE VALPARAÍSO.

"Del cerro de Los Placeres yo me pasé al Barón, me vine a Cordillera en busca de tu amor..." ¿Quién no ha escuchado alguna vez, y hasta ha entonado, esta canción? Es que "La Joya del Pacífico" de Victor Acosta, popularizada por el cantante peruano Lucho Barrios, evoca en cada porteño las vivencias más trascendentales de su vida, casi todas vividas en algún cerro o colina de la ciudad, si no en la Plaza de la Victoria.
La mayor cantidad de población de Valparaíso se concentra en la altura, por tanto no hay quien no tenga esa mirada desde lo alto. Ver desde la infancia la bahía nos da una visión global y de pertenencia a una gran y hermosa ciudad, ubicada como en anfiteatro desde donde la escena que se contempla es siempre "las naves, al salir y al entrar" Tal vez eso marque en nuestra mente una forma de ser y de sentir soñadora, creativa e idealista.
Pero, lejos de esa visión romántica y hasta nostálgica de la ciudad, debemos reconocer que en ella se esconden muchos dramas. La pobreza es uno de ellos, poblaciones con niños desnutridos y enfermos, madres en iguales condiciones, además de la violencia y la decepción que generan en el hogar la cesantía y falta de educación. La delincuencia y la drogadicción allí tienen su principal origen. No culpamos a las autoridades ni a los empresarios, ni a los maestros, médicos y otros profesionales. Tampoco es justo achacar la responsabilidad a quienes sufren el problema. En verdad todos somos partícipes de esta condición en que se encuentra un alto porcentaje de nuestros vecinos. Esta pobreza material es resultado de nuestra pobreza espiritual. La indiferencia y el egoismo de todos, especialmente de quienes nos hacemos llamar "cristianos", es la raíz de esta miseria que también aqueja a nuestra ciudad.

Friday, April 14, 2006




LOS TROLLEY



Circulan con parsimonia y elegancia por las principales calles de nuestra ciudad. Llevan su preciosa carga de pasajeros -viejos, niños, estudiantes, tranquilos hombres y mujeres- hacia sus diferentes destinos. Avanzan suavemente por las calles empedradas de adoquines, impulsados por la energía eléctrica que reciben de una red de cables extendidos sobre las calles, a través de dos suspensores conectados a ellos.


A veces, por un viraje brusco, los suspensores se sueltan de los cables, quedándose detenidos en la vía, sin energía. Entonces se baja el conductor y trata de conectar otra vez los tirantes para que el vehículo recupere su movilidad. Es frecuente que esta ruda tarea la realicen las damas conductoras.


Como los trolleys de Valparaíso, es preciso que las almas se conecten a Su Hacedor. Mucha infelicidad es causada por esa desconexión. Si todos procuráramos conectarnos a la energía Divina y recibiéramos la fuerza y el amor necesarios para vivir en armonía con nosotros mismos con el prójimo y con Dios, la nuestra sería una ciudad feliz.

Sunday, March 19, 2006



VENTANAS DE VALPARAÍSO

Nada más hermoso que contemplar el puerto de Valparaíso en la noche. Es un verdadero joyel vibrando en miles de luces. Los poetas han cantado a Valparaíso en esa visión nocturna plena de nostalgia y poesía. Cada luz es un foco en alguna esquina de cerro o una ventana.

Uno de los tantos artistas que ha producido esta ciudad, se ha inspirado en esas ventanas iluminadas, tras las cuales ocurre el drama de la vida.

En una de ellas se aprecia la oscura silueta de un hombre o una mujer solitaria, o que anhela respuestas a una existencia que percibe sin sentido. Tal vez fue abandonada por su esposo, quedó viuda o nunca ha conocido el amor.

En otra ventana una pareja se ama, quizás son esposos o amantes furtivos, o una mujer es vejada y un niño llora.

Hay ventanas dolorosas y ventanas alegres. También las hay de formas ojivales, las de los templos; ventanas místicas, las de los que buscan y sirven a Dios.

Cada hogar de esta ciudad, como de toda ciudad del mundo, tiene su propio drama. Porque la vida está hecha de dolores y alegrías, de sufrimientos y felicidad, de frustraciones y éxitos, de culpas y perdones, nadie escapa al dolor. Muchos tratan de rehuirlo, evitarlo y hasta negarlo, pero es ley de la vida que en el mundo encontremos aflicción.

La clave para ser feliz es no quedarnos mascullando el dolor en la soledad de nuestras ventanas en medio de la oscuridad de la noche, sino que buscando a alguien capaz de compartir con nosotros ese dolor y esa carga.

Nadie mejor como socio en esta tarea que Aquel que dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga". El Maestro ve a través de cada ventana, comprende nuestras miserias y desea consolarnos.

Pastor Iván Tapia
Si le agradó esta reflexión, comuníquese con nosotros a
creasion@vtr.net

Tuesday, March 14, 2006


LOS HERMANOS EVANGÉLICOS

En la geografía humana de Valparaíso se distingue el grupo conformado por las iglesias evangélicas, más específicamente “pentecostales”. Su nombre deriva de Pentecostés, aquel memorable inicio del cristianismo en que se manifestó un fervor religioso profundo expresado en hechos milagrosos, como hablar en otros idiomas, sanar de enfermedades e impactantes conversiones a la nueva fe.

No hay cerro, quebrada, calle o plaza de la ciudad que el domingo por la tarde y, a veces, también en la semana, no exhiba la presencia de un grupo de “hermanos” cantando himnos a Jesús, al son de guitarras, banjos y panderos, y proclamando la milenaria fe. Son predicadores itinerantes incansables, vestidos con decoro y mostrando valientes su convicción religiosa. Reparten con sencillez a quien pasa junto a ellos, folletos impresos con textos ilustrados del Evangelio llamando al arrepentimiento, los que ellos llaman “tratados”.

En lenguaje popular se les llama “canutos”, no siempre con la intención de herirlos. Más bien la palabra entraña cierta admiración hacia estas personas que no se avergüenzan de reconocer que, en pleno siglo XXI, ellos siguen creyendo en un Creador, un Salvador del hombre y un Maestro Resucitado.

El sobrenombre lo adquirieron por su vehemente misionero Canut de Bon, quien fue uno de los que trajo hasta Chile esta particular forma de vivir el cristianismo.

En los primeros siglos de nuestra era, en la ciudad de Antioquía, también se calificó a aquellos que tanto hablaban de un tal Cristo o Mesías, de sus palabras y milagros, como “pequeños Cristos”, es decir “cristianos”. No siempre un apodo es una ofensa. A veces es el reconocimiento que la sociedad da a un grupo selecto de personas.

Pastor Iván Tapia
Lea otras reflexiones en
http://pastorivantapia.blogspot.com/


Si le agradó ésta comuníquese con nosotros a
creasion@vtr.net